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sábado, 28 de septiembre de 2013

IV Madrid - Segovia, 21/22 septiembre 2013

IV MADRID SEGOVIA, 21-22 septiembre 2013

Tras salir tocada moralmente de Ronda, y después de animarme mucho Antonio Mayoral, me decido por apuntarme a esta prueba con la idea de quitarme la espinita del abandono en Ronda. Sé que era un problema entrenar en verano pero me animé y me lié la manta a la cabeza.
En junio fue la marcha pretoriana de Tomares a El Rocío por el cordel de Villamanrique, que, junto con las 7 Playas del fin de semana anterior, me dejaron la pierna izquierda un poco inútil (me niego a aprenderme los nombres de los sitios donde me duele): me tocaba allí donde parece que van los abductores pero que no son los abductores, ea ya está. Pues ese dolor me tuvo todo julio parada y parte de agosto, así que esos dos meses me dediqué a andar, andar y luego a andar. Fui a Lisboa y me anduve toda Lisboa y me hice la media maratón a Belem andando. Fui a Londres y Liverpool y lo que menos utilicé fue el transporte público. Todo a patita. Y ése fue mi entreno (no muy adecuado lo sé, pero era lo que podía hacer).  Ya a finales de agosto pude empezar a correr y alternaba trote cientounero con andar a ritmo cientounero también y me encomendé a todos los dioses Lares que por eso de ser pretoriana los veía más cercanos que a los ángeles y demás vírgenes.
El viaje en el AVE de ida a Madrid me lo paso en el coche cafetería donde me encuentro con Perico, el fotógrafo oficial de los Pretorianos de Tomares, y echo el resto del viaje comentando Ronda con un grupo de Bomberos de Sevilla que iba a Madrid para otra prueba, por San Lorenzo del Escorial.


 Y así me planto en Madrid comidita por los nervios y tras el primer atracón de ordenador por motivos de trabajo (sesiones de 12 horas ante la pantalla). Para añadirle más diversión a la prueba, la noche anterior me desvelo y desde las 3 de la mañana estoy velando armas.
Objetivos de la prueba: terminar con ganas de más y no pensar durante la prueba en lo que quedaba por delante sino en lo que ya llevaba hecho.
Con la mente puesta en esos dos objetivos empieza a amanecer en la plaza Castilla donde nos reunimos los Pretorianos participantes y saludamos a amigos y conocidos. 
Fresquito mañanero que termina de despertarme y la alegría de encontrarme con Sol, la más veterana, que ha estado mandándome ánimos vía Facebook para la prueba y comentándome los tramos y los entrenos que iba haciendo. Vuelvo a coincidir con Anna, que tiene el don de la ubicuidad (igual está dando dorsales que la ves en la salida como en la llegada, cuando me la encontré junto al acueducto encantada de verme terminar).


Nos hacemos fotos de grupo
 
y con compañeros de batalla de Ronda (er musasho que siempre lleva la bandera de la Legión encima), de Mérida (don Manuel Coronado que va a conseguir que su niña se dedique al ajedrez porque mira que iniciarse en las tres cifras en esta pedazo de prueba…. jejejejejejejeje) y caras conocidas de los Correcaminos entre otros clubes.

8:00. Con puntualidad británica dan la salida y empezamos andando para ir calentando hacia Fuencarral. Un puntazo de la organización darte el recorrido dentro de la bolsa del corredor separado por etapas. Eso te hacía ir viendo con objetivos cortos el recorrido ya que venía en tramos de no más de 15 kms. Por ejemplo este primero: Plaza Castilla-Fuencarral 4 kms. Me tomo la barrita estupenda de Keepgoing para empezar la prueba que te da subidón y te notas con el estómago lleno pero no pesado. Llegando a Fuencarral ya voy viendo la próxima etapa: Fuencarral – Tres Cantos (12 kms). Consulto la tarjetita elaborada por mi magnífica Sandra y ya me anuncia que no hay sombra y que esta etapa termina con repechos cortos y fuertes. Afortunadamente no ha salido el sol, sigue nublado y aprovechamos para correr lo más que se pueda.

La idea es correr en llano y cuesta abajo y andar rapidito cuando piquemos para arriba. Al llegar al primer control, el de Tres Cantos, veo que ya voy 2 horas por delante de los cierres de control y me propongo mantenerlo en la medida de lo posible.





Sin parar afronto el siguiente tramo: Tres Cantos-Colmenar Viejo, 12kms.  Ya llevo 12 kms en el cuerpo y hay que tomarse otra barrita de keepgoing para que no me pase como en Mérida, que se me cerró el estómago y luego no tenía manera de tirar de mí. Me encuentro genial, con buenas sensaciones y con las piernas fuertes, así que sigo corriendo lo más posible.  Según la super útil chuleta de Sandra, ahora nos tocaba bajada molesta (término bastante suave para la pechá de piedras sueltas que nos encontramos, pobres peregrinos del camino de Santiago que al fin y al cabo nosotros esto lo hacemos por afición y ellos por devoción no?). 
Cuando llegamos al arroyo salió el sol y con él vino toda la caló que caía a plomo sobre nuestras espaldas. ¡Qué manera de hacer calor! Sentía el sol en todas partes y ahí empecé la subida a Colmenar: 5 kms de preciosa subida vamos que nos vamos sin parar.
Cuando llegamos a Colmenar seguimos con las 2 horas por delante y eso hace que nos animemos un montón. La sandía de Colmenar la más rica del mundo y allí me llamó mucho la atención lo conocido que es el nombre de los Pretorianos en las pruebas.
La gente se me acercaba para hacerse fotos con nosotros porque éramos Pretorianos!!!! Yo alucinaba en colores porque no era consciente ni de la coraza que llevaba puesta y que estaba estrenando, por cierto. Tenía tan grabado mi objetivo de terminar, y con ganas de más, y de llegar a Segovia con mi compañero sin plantearme/nos el abandono que hasta me había olvidado de la coraza!!!!. Pues eso, que me llamó la atención el cariño de la gente que te adelantaba a la voz de ¡Ánimo Pretoriana! y de la que quería hacerse fotos contigo. Como diría Havié…. “como escarpias se me ponían los vellos”.
Llevaba el móvil en modo avión para no quedarme sin batería y lo abría en los avituallamientos para ir informando al grupo de cómo íbamos y saber cómo andaba el resto. Ya alucinaba con Emilio y Bombe, y la magnífica Blandine, que le llevaban por esos terrenos tan exigentes, y no había visto aún lo más “divertido”. También sabía que los mellizos, Mayoral y  Pepe, iban por delante, Pepe ya un poco tocado pero esperaba que lo superase, y que mi magnífica Sandra, que también se había preparado la prueba  iba fuerte y lanzada como una moto. Me imaginaba a Mayoral deseando echarse a volar jajajajajajajaja acompañando a su gemelo y a los ojos más bonitos de los Pretorianos. Pensaba que Sandra estaría orgullosa porque no iba pensando en lo que faltaba sino disfrutando de lo que iba haciendo y consiguiendo. Y así me planté en el camino hacia la siguiente etapa: Colmenar Viejo – Manzanares el Real (15 kms).
Nuevo vistazo a la chuleta de Sandra y prepararse psicológicamente para las subidas y bajadas con piedras, y cuando dicen piedras son muuuuchhaaaassss piedras. De nuevo pensaba en Emilio y si él podía pasar por ahí con sus guías no iba yo a amargarle el camino a mi compañero quejándome de las piedras. Así que a marcar ritmo cientounero, otra barrita de keepgoing, agua p’al cuerpo y vamos que nos vamos a Manzanares.
Llegamos al control del puente medieval con el margen de 2 horas del principio, cosa que me encantó,
y allí coincidimos con más invidentes, algunos me sonaban de Mérida, y desde luego que es de admirar el tesón del personal. Los voluntarios que estaban a cargo del avituallamiento nos insistieron en el agua porque nos esperaba un tramo muy duro, sin sombra, y con el sol encima y dando fuerte. Super amables los voluntarios. Ya empezábamos a conocerlos porque algunos parecían que tenían gemelos o que volaban y te los encontrabas por todas partes.
Y así enfilamos para Manzanares. La llegada, bajando al pantano, espectacular. Deseando llegar al avituallamiento y a la fuente para refrescarnos y repostar.
En Manzanares te ofrecían unos macarrones que había que tener mucha hambre para comérselos jajajajajaja, así que seguía con mis barritas de keepgoing para no desfallecer. Cuando pasábamos por algún bar sí que intentábamos parar para una cervecita y una tapita, que no había que perder las buenas costumbres y seguíamos con tiempo de margen. Además no hay nada como ir a los servicios, que las chicas lo tenemos un poco más complicado que ellos a la hora de ir al baño en el campo no?
Conexión con el mundo real y me entero que Bandolero se ha puesto “mu malito”. Se me cae el alma a los pies. Intento contactar con él para que siga con nosotros que llevamos un ritmo menos exigente y llevarle así a Segovia, pero Dani Calle me cuenta que está mu malito y que no sigue. Aprovecho para oir las llamadas de mis hermanos pretorianos que agradezco tanto. Nunca había pensado yo que podía vivir aventuras como ésta en primera persona y la estaba disfrutando muchísimo. Y los mensajes de ánimos de los “pretos” eran gritos que me empujaban y animaban a seguir a buen ritmo.
Tramo V: Manzanares – Mataelpino, 8 kms. Pero qué 8 kilómetros!!! A pleno sol, sin sombra alguna que te cobije. Como decía la chuleta de Sandra, suelo duro y compacto pero al lado había una zona de arboleda vallada con gente haciendo barbacoas y te preguntabas …. ¿por qué no podremos pasar por allí nosotros en lugar de por esta pista po dioooo?. Al final una subida “bonita” y llegamos a Mataelpino, el mejor avituallamiento de todos. Ambientazo impresionante y eran las 5 de la tarde. La música, los aplausos, la sandía, las sonrisas y enhorabuenas de los voluntarios y…. el bar jejejejejejeje. Parada de 15 minutos para estirar un poco e hidratarse en condiciones y vamos que nos vamos para La Barranca.
Tramo VI: Mataelpino – Navacerrada, 5 kms  de repechos im-pre-sio-nan-tes. Nunca podría yo haber imaginado que podía ir tan bien en un perfil exigente. Estaba alucinada conmigo misma. Seguía disfrutando del recorrido, sin pensar en lo que quedaba por delante sino muy animada con lo que llevaba encima ya y sin molestias alguna. Y así me planto en Navacerrada sin casi pensarlo y riéndome aún de las caras del personal cuando se enteraba que nos plantábamos en Segovia andando y corriendo sin parar a dormir jejejejejeje.
  
Tramo VII: Navacerrada – Cercedilla, 9 kms. Y el objetivo de llegar a Cercedilla antes de que anocheciera por meter algo de presión y seguir manteniendo las 2 horas de margen.  Eran pocos kilómetros pero durillos, y además ya se iba notando el día que llevábamos encima, pero empezó a bajar la temperatura y se agradecía. Así que volvimos a alternar andar y correr (lo cual en mí era impensable hace tiempo a estas alturas de cualquier prueba). Nuevo subidón al verme tan bien y marco ritmo rapidito que luego por la noche no se iba a poder andar tan rápido y de correr ni hablamos jejejejejeje.

Tramo VIII: Cercedilla – Fuenfría, 15 kms. Si Ronda empieza en Setenil, la Madrid-Segovia empieza en Cercedilla.  Ya es noche cerrada, ha bajado la temperatura, pero los ánimos siguen bien. Aguantamos las bromas de los lugareños de Cercedilla sobre nuestra afición a andar y correr, salimos andando rápido camino de la Fuenfría. Una lástima que la noche no nos deje disfrutar de la arboleda por la que vamos pasando pero las vistas de Madrid iluminada son una pasada. Seguimos andando a buen ritmo y voy notando que me están saliendo ampollas entre los dedos pero con la caló que ha hecho y el pateo que ya llevo encima es lo normal, así que ni una palabra y p’alante. Nos plantamos en el Alto de la Fuenfría soñando con algo caliente pero nuestro gozo en un pozo. El caldo no me atrevo a probarlo y el café se ha terminado. Ahí empiezo a acusar la falta de sueño y hay momentos en que ando dormida y pierdo un poco el rumbo con lo cual preocupo a mi compañero que ve que me aproximo demasiado al filo del camino jejejejejeje. Así que prepara los bastones para llevarme y me agarro a ellos para seguir andando a pesar del sueño.  Con esto, el ritmo baja un poco pero seguimos manteniendo más de 1 hr de margen por delante de los cortes, así que vamos bien.
Tramo IX: Fuenfría – Cruz de la Gallega, 11 kms. Como no he podido tomar café en el avituallamiento ni tampoco hay Coca Cola ni nada que me anime, sigo agarrada a los bastones, pero no desfallezco. Aprovecho el avituallamiento para echarme agua en la cara y despejarme y así no obligar a mi compañero a llevarme y tirar de mí. Además hay pocos kilómetros para el siguiente avituallamiento y los voluntarios me aseguran que allí hay café de sobra y no va a haber problemas de suministro. Entre una cosa y otra me despierto y retomo el ritmito que llevábamos antes y subimos para la Cruz de la Gallega.
Llegamos y quedaba café, poco pero quedaba. Así que me tomo café y coca cola y me termino de despertar.

Además recuerdo el pañito que llevo en la mochila para dedicarle mi entrada en Segovia a Polo y de retirada ni hablamos. Hay que terminar como sea, independientemente del frío, los pies, las ampollas, las piedras y llo que nos echen por delante, jajajajaja. Así que cambiamos pilas de frontales y salimos muy animados para encarar el Tramo X Cruz de la Gallega-Segovia., 11 kms.
Es todo bajada pero con piedras y todo bajada. No me atrevo a correr porque se me han ido estallando las ampollas antes de llegar a la Cruz de la Gallega pero sí que sigo andando y a ritmo fuerte porque quiero llegar a Segovia antes de que amanezca. La bajada se me hace eterna pero no pienso en ello (Sandra sí, me acordé de no pensar en lo que faltaba) y marco un ritmo tela de bueno, tipo Angel-ito, para  llegar a Segovia.
Por fin termino de bajar y ahora a llanear para llegar a Segovia que me recuerda a Mérida. Cuando estábamos llegando, Scheilor me enseñaba las cabezas del fondo y me decía “¿Ves el fondo? Ahí tienes que llegar para entrar en Mérida”. Pues aquí lo mismo pero viendo luces rojas en el horizonte. Era un sube y baja que por fin te lleva a Segovia. Y llega el momento recorrido turístico por la ciudad para llegar al acueducto.
Y llegamos!!!!!

Y como broche final última subidita para el autobús de vuelta a Madrid. Sigue el acueducto hasta el final y allí te encuentras el polideportivo con tu mochila y el autobús. Ni ducha ni ná. P’al autobús y vamos que nos vamos a Madrid para recoger el hatillo y volver a casa.

¿Qué me llevo de la Madrid – Segovia en el corazón? La satisfacción de llegar a meta con mi compañero (que llevaba una racha de abandonos que quería romper); el orgullo de pertenecer a un club formado por grandes compañeros; la lección de aprender a tomar decisiones difíciles y dolorosas pero sensatas (Pepe), la lección de acompañar a personas con una minusvalía (Emilio) supliendo sus carencias (Bombe, Mayoral, y Blandine) y la lección de superar todo tipo de dificultades físicas y mentales y llegar a meta tras duros entrenos (Sandra) y por último la lección de estar ahí apoyando en la distancia (todos mis pretorianos que me llamasteis y me enviasteis sms de apoyo y ánimo antes, Polo ay mi Polo, durante y después). Hoy sigo en la nube de subidón por haberla terminado y feliz, muy feliz, por haber estrenado la coraza en la prueba de Anna y deseando prepararme bien para próximos retos.
Gracias a tod@s los que estáis ahí dándome la mano para seguir avanzando y gracias a mi compañero y 50% por entrenar conmigo, tirar de mí cuando yo me dormía y dejarme marcar el ritmo que me pedía el cuerpo sin protestar, corriendo cuando yo quería, aunque no tuviese muchas ganas, y andando rápido y sin parar mucho.