LXVII
Millas Romanas
La
planificación de la temporada sigue su curso. Tras Cueva del Gato, Acinipo y
Homenaje, venían las Millas y luego Ronda.
Me
quedo con dos frases que resumen este fin de semana:
“El
día que las millas se hicieron mayores” y “Veníamos a las millas para preparar
Ronda, y ahora preparamos Ronda para hacer las millas”.
He
disfrutado hasta que dejé de disfrutar.
Disfruté
de la llegada a Diocles para recoger el dorsal y saludar a los amigos.
Enhorabuena a los voluntarios que animaban sin parar y llenos de energía
aguantaron el fin de semana en primera fila.
Disfruté
de la salida en la plaza de España. Esa invasión pretoriana en el escenario fue
magnífica y divertida. Estábamos todos: los de la larga y los de la corta. Cada
uno con su meta en la mente: terminar las millas con el nuevo recorrido que era
una incógnita para los que no lo conocíamos.
Disfruté
del equipo que formamos el magnífico Rafa Iza, maestro de maestros, el gran
niñoManu. que no se puede tener la cabeza mejor amueblada siendo tan joven,
sherfran, Fran, toda una montaña de buena gente y simpatía, y er Niño, Antonio,
lo más lindo, con el que me reí lo que se puede nadie imaginar con su forma
particular de cimbrear el palio con los bastones.
Disfruté
de los primeros kilómetros por Mérida, con las antorchas, el calor de la gente
que te mira sorprendida de ver en qué vas a pasar el fin de semana…. si es que
esto del Trail tiene algo que te engancha.
Disfruté
del recorrido porque yo no conocía la ida a Alange. Y es una pasada.
Disfruté
de lo que me costó la dichosa “calderita” pero la subí y la bajé. Pero ahí
renacieron las ampollas y a partir de ahí empezó el descenso a los infiernos.
Pensé
que llevaba los pies protegidos y me equivoqué. No lo estaban. No sé si es
mejor pararse y arreglarse las ampollas cuando empiezan o si es mejor dejarlas
que crezcan y a ver qué pasa.
En
mis millas anteriores las dejé crecer y estallar y llegué. En estas crecían y
crecían pero no estallaban.
A
pesar de las curas del gran Rafa Iza, aquello seguía creciendo y ya no cabía en
la zapa. Y empezó el mal apoyo.
Así
que me quedo con la sensatez de retirarme cuando las ampollas me impedían pisar
de forma normal y empecé a sentir molestias en las piernas por el mal apoyo.
Eran las ampollas del barro del Homenaje que yo creí totalmente curadas pero
que renacieron y tuvieron crías. Así que pensé que en esas condiciones no podía
afrontar la segunda parte de las millas y me retiré en Valverde de Mérida. Los
últimos kilómetros fueron agónicos.
Y
cuando noté que andaba de lado, y que apoyaba la cara externa de los pies para
intentar reducir el dolor, me retiré y ví a mis niños alejarse para el
desayuno. De hecho me dio hasta fiebre, así que hice bien en parar.
Gracias
a Rocio Reinoso y a Marcos Barbadillo y a Carpanta por animarme la noche post.
Gracias por hacerme reir con sus experiencias y su forma de ver la vida.
Gracias
a los Pretorianos de Tomares por el magnífico seguimiento y apoyo durante la
prueba, por los mensajes de ánimo, y destaco a Polo por tus palabras cariñosas
que llegaron en el momento justo.
Y
gracias a ti por estar ahí, siempre dispuesto a responder a mi llamada, y por
esperarme, en meta o en donde sea, porque sin ti esto no sería posible. Espero
que la próxima vez que te llame sea en meta y no para decirte que me rescates
que no puedo seguir.