Después de la mala experiencia, relativa porque terminé aunque con mucho dolor, de la Cueva del Gato, decido parón absoluto. Los pies no responden, la artrosis avanza (no sólo está en los huesos de los pies, sino que sube a las coyunturas de las manos) y mis ánimos decaen.
Además no cojo dorsal en Ronda, a pesar de contar con ayuda, y termino con un número espantoso para tener aspiraciones a entrar. Menos mal que mi alemana sí pilla, que se quedó el año pasado fuera, y va a poder vivir por primera vez Ronda. Qué pena que no voy a poder ir con ella!!!.

Encima, una tarde-noche, aparece un señor que promociona un producto, Artrosy, de aquí, de la tierra, todo natural. Otra cremita? pensé entonces. Pero entre risas y risas, decido probarlo. Y empieza a surgir el “milagro”: funciona!!! Mis dolores se van haciendo soportables y empiezo a terminar los entrenos sin el dolor intenso de entonces.
Por otra parte, surge la oportunidad de ofrecer mi blog para participar en un libro de relatos cientouneros. No tenía nada que perder y así lo hice. El coordinador del proyecto, Mateo García Cabello, se puso en contacto conmigo para sugerirme unas entradas y envío mis propuestas. Y eligen una!!! Estaba muy contenta de poder participar, aunque fuera como público, este año en la que considero mi prueba.
Pero seguía sin dorsal. Ya tenía decidido que iba a hacerle el seguimiento a mi alemana. Le vería salir. Le esperaría en Arriate, en Alcalá y me iría al cuartel a esperar a que pasase. Cuando saliera del cuartel, tenía claro que iba a acompañarle. Es el tramo más duro psicológicamente: subida a la ermita, bajada a Montejaque, llegada al país del barro y las interminables curvas previas a llegar al puerto de la muela.




Y empieza la cuenta atrás para el día H. Es increíble que después de tres ediciones me siga poniendo nerviosa: listas, bolsas, mochilas, avituallamientos, material…. Y el tiempo!!! Cuántas veces habremos mirado la predicción del tiempo….. en un sin vivir….. pero llega el gran viernes y salimos para Ronda. La alemana, mi marío y yo. Ella muy tranquila, yo echa un manojo de nervios. ¿Habré entrenado bien? He estado con sesiones de gimnasio con la alemana, he entrenado con las niñas… entonces sí. No he hecho tiradas largas, dios!!!! Me he estado cuidando haciendo carreras cortas (jejejeje, vamos que no he excedido los 35 kilómetros). Mis pies!!!! ¿Aguantarán la tralla? Espero que sí. Me puse en manos de Ana Martínez, nutricionista, y con sentido común había perdido 10 kilos (menos peso para los pies)…. Un sinvivir, vamos.
Viernes tarde: Ronda, recogida dorsales. Emoción, bolsas, amigos... El Trinomio se empieza a gestar: nuestra Nuri, esa gran pequeña llenita de coraje, está con sus tacones (arreglá pero informal) recogiendo dorsal... prometemos hacer una prueba las tres juntas.. el Trinomio atacará después del verano, no se sabe cuándo ni dónde, pero atacará.


Salimos Rafa, Fran, Heike y yo. Y vamos que nos vamos.

Cuando llegamos a Setenil, las ampollas de Heike están ya bien plantaítas en sus pies pero decidimos llegar al cuartel a que se las miren. La llegada al cuartel un poco agónica.
Pero Heike llega y le curan los pies. Rafa y Fran siguen hacia adelante y yo me espero a que terminen de curarle. Y salimos con ganas de ermita.
Pero hay una humedad y una neblina terribles. Nos cuesta un montón subir la cuesta de la ermita (y eso que la habíamos entrenado pero…. cualquier cosa puede pasar en Ronda).
Conseguimos llegar arriba y ver Montejaque y las luces nos animó mucho. Así que bajamos rapidito hacia Montejaque. Café y vamos para Benaoján con la preocupación del país del barro, esperando que hubiera poquito para no quemarnos que ya va una con las fuerzas más justitas. Mis pies van resistiendo. Las paradas las llevan muy mal porque se enfrían y cuando vuelvo a andar y trotar parezco un robot. Pero cuando se calientan vuelven a recupera la movilidad y me permiten ir a ritmito cientounero.
Cuando llegamos a Benaoján nos ve Monte, que ha salido a esperar a Mena que viene detrás. Nos dice que no hay barro y que ya lo tenemos en nuestras manos. Así que salimos despedidas dispuestas a que no nos coja mucho calor antes de llegar a Ronda. Y, efectivamente, el país del barro no es tal y salimos de él como unas balas. Pero las ampollas de Heike vuelven a molestar y mucho. Menos mal que es dura, tela de dura. Porque sigue, avanzando más lento pero sigue.
Como ya le he dado los buenos días a mi marío, ya sé que está pendiente de nosotros. Él es un experto en llevar a la gente a meta, así que me adelanto para buscarle y que nos ayude. Yo voy lista de papeles porque mis pies están acusando la paliza y Heike va muy dolorida. Yo me imaginaba que estaría por la Muela y efectivamente, me lo encuentro antes de llegar al último avituallamiento.
Me dice que vamos justas de tiempo pero que todavía se puede entrar en hora si aceleramos. Le cuento la situación y me dice que tire p’alante. Él esperará a que llegue Heike y le llevará hasta la muralla almocábar. Si ve que no hay tiempo, me llama para que entre y luego vuelva a por ella para acompañarle, pero me dice también que no me preocupe, que vamos a entrar juntas. Yo llego a la muralla almocábar y le llamo. Me dice que me vaya al puente nuevo, que están allí Rafa, Fran, Cayo, Óscar Pajares y Fran y José que han venido a vernos, esperando a más gente. Llego y les cuento como va la cosa.

Vamos… con la lagrimita entramos en meta, con la música y los aplausos del personal. Y el binomio llegó a meta.

