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sábado, 6 de julio de 2013

III Turdetania, octubre 2012

No podía imaginar yo cuánto me iba a cambiar la vida el hecho de participar en esta III edición. Había oido hablar de la prueba como un reto divertido (palabra extraña asociada a cualquier prueba no?). Pero no sé de qué disfruté más: si de los previos, entrenos con mi hermano Seluí y Carmen, la espera el día de las inscripciones, los nervios de estar ya inscrita, el ayudar a la organización, el entreno la semana anterior para ver si era capaz de entrar en los tiempos previstos, el día de la prueba o el día siguiente de la prueba.
Pues así estaban las cosas cuando llegó el día de la inscripción. Facebook era un hervidero. Todos los conocidos estábamos conectados por el chat de Facebook y/o por el móvil, bendito washapp, para avisarnos del momento de la entrada, por si alguien se quedaba con el ordenador colgado, para ayudarnos.... porque todos sabíamos que era una prueba en la que los dorsales se acababan rapidito. Y entre unos con la cuenta atrás y otros, como Carmen y yo, intentando no comernos las uñas.... así iban pasando los minutos. Porque el personal estaba con los ordenatas abiertos desde las 8,30 de la mañana para no quedarse sin dorsal. Y llega la hora de las inscripciones y no se puede entrar. Ay madre que me quedo sin Turdetania!!!! 
Pero no hubo problema y en 10 minutos ya estaba inscrita!!!!! Ahora a preguntar si había alguien con problemas para inscribirse y ayudar y así entramos todos los que queríamos entrar: Espi,Carmen, Sandra, Marmen y los locos que conocía que les gustaba el ultrafondo. 

Y ahora a preparar la Turdetania. Porque estamos hablando de julio, cuando me inscribí, pero ahora estamos en octubre, cuando la corrí.

Me ofrecí para ayudar a la organización porque tenía tiempo libre y me constaba que aquí había mucho voluntarismo. Lara estuvo hablando en su cole del proyecto solidario que va inherente a la prueba y recogió dinero para la causa. 







Yo en el insti abrí una hucha para que colaboraran alumnado y profesorado y la verdad es que el personal se involucró muy bien. También vendí kilómetros, así que acepté donativos por los kilómetros vendidos. Y me gustó participar en algo tan útil y que me aportaba tanto.


Y el número 300, mi dorsal en la Turdetania, me acompañaría después en muchas pruebas. Era el último dorsal y decidí que intentaría tener el último dorsal en las pruebas que pudiese pedir un número de dorsal para mí.

Y con los nervios de los preparativos me encuentro en octubre deseando ayudar en la Turdetania y por supuesto correrla. Y llegó el día de la presentación. Fue en Tomares y se habló de la prueba, del proyecto solidario, de la camiseta que darían a los finishers, del trofeo, el Turdetano, y fue el primer encuentro de los participantes con el staff organizativo. Y la primera vez que ví a los Pretorianos de Tomares, casi todos, juntos.





Y me puse aún más nerviosa porque ya quedaba menos para correr la Turdetania. Y para relajarme me fuí a Guillena para hacer el final. Así que trialera para Castilblanco, llegada al punto del avituallamiento de los botijos y trialera para Guillena. Y me gustó lo que ví y me tranquilizó verme bien en esa parte final.

Entreno previo. 14 de octubre. Voy a hacer el recorrido hasta Castilblanco para probar si entro en tiempo!!!! No pude dormir la noche antes. Y eso que ya había hecho el recorrido final, pero había sido en "petit comité". Ese día era con los Pretorianos y una representación de los Turdetanos. Así que madrugón y vamos que nos vamos. Llegué al poli de Guillena con la música a toda pastilla (porque el conductor la puso, no fui yo) y cuando no había empezado ni a amanecer y esperamos a que se reuniera el grupo que iba a hacer el recorrido de la prueba. Algunos Pretorianos iban con la equipación oficial (coraza o camiseta con los logos) porque harían la prueba ese sábado ya que iban de voluntarios el día de la Turdetania. 
Saludado el personal y tras la foto de rigor, salimos de noche. Yo iba emocionada al pensar que iba a ver el recorrido oficial de la Turdetania y que la gente pensaba que iba a ser capaz de hacerlo y encima bien. 

Y salimos de Guillena en dirección Camino Restringido por el pantano, que era una pasada. Despertamos a unos amigos que se habían ido a pescar con las charlas y las risas. Yo nunca había ido charlando y riendo en una prueba y eso fue ya una gran novedad. Además así los kilómetros se te pasan volando. Y llegó el día y empezamos el Camino Restringido camino de La Cantina. 

Y después la Cuesta del Toro, vaya tela con la cuesta del Toro. Y más pateo. Entonces el pantano. Ya me habían avisado del calor en el pantano y que después venía una subida "interesante". Yo iba en la cola del pelotón (mi lugar natural, jejejejeje) y se iba notando lo exigente del recorrido y del tiempo previsto inicialmente por la organización. 



Pero no desfallecíamos y seguíamos a un ritmo bueno y constante, sin bajar la guardia ni relajarnos. Se corría en el llano y las bajadas, se andaba fuerte y ligerito en las subidas. 


En mitad de la cuesta del pantano, antes de llegar a Castilblanco, nos salió al encuentro Fauno, un susmurai amigo íntimo de Abencio que terminó de animarnos y nos acompañó a paso ligero, contando chistes, hasta Castilblanco.
Y llegamos a Castilblanco muy contentos con el entreno porque yo había corrido tela, mucho más de lo previsto, y me veía dispuesta a afrontar la Turdetania. 

En Castilblanco nos volvíamos a Guillena los que no íbamos a hacer el recorrido completo (porque participábamos la siguiente semana) mientras que los que iban a ser voluntarios seguirían hasta Guillena donde nos reuniríamos para comer y comentar la jornada.



Y llegó el siguiente sábado. Otra vez tempranito para Guillena para ayudar en organizar las cosas en la línea de salida y llegada por la mañana y por la tarde entregar dorsales. Qué día tan estupendo!!!! Me lo pasé genial preparando dorsales, vallas, imperdibles y el ambiente era genial. 






Ya estaba todo el pescado vendido!!!. El domingo a por la Turdetania. De nuevo madrugón. Preparar las mochilas y para Guillena. Abe y yo habíamos quedado en hacerla juntos porque él salía de una fascitis plantar e iría a mi ritmo y yo no quería hacerla sola por si tenía encuentros no deseados durante la prueba y además tendría compañía ya que nunca había hecho algo tan largo. Sandra no podría ir conmigo porque ella iba a un ritmo superior con lo cual yo no quería que se obligase a ir más lento. 


Total, que tomamos la salida y al pantano. 
Como ya me conocía el recorrido sabía dónde había que tener más cuidado y por dónde se podía correr. Planteamos ir a ritmo de 2+3 (2 minutos corriendo y 3 andando) para que yo me recuperara y mi cuerpo no se quejara de una distancia tan larga. Y así, con ritmito,  llegamos al camino restringido. Ya estaba amaneciendo y el campo estaba precioso. Ahí corrimos bien hasta que Abe se quejó de la pierna. 


Pero aguantó hasta la Cantina. Nada más llegar al avituallamiento pedí ibuprofeno para él y Pili, la Pretoriana más dulce y amable que se pueda uno encarar, corrió a por su bolsa para darle la pastillita. Yo mientras iba rellenando camelbacks para seguir hasta Castilblanco. Quedaba poca agua, así que llené la de Abe, que iba peor, y yo pensé en racionar mi agua hasta llegar al siguiente punto de avituallamiento. No sabía si Abe iba a seguir pero le pudo más el pundonó (momento Balbu) y como quería acompañarme hasta meta tiró p'alante como buen Pretoriano. 
Y de nuevo la cuesta de los Toros. Peaso de toros que vimos al llegar arriba pero ya estábamos allí y estábamos corriendo aún mejor que el sábado pasado. Así que a seguir, sin pararnos, hasta el pantano. Y la temida cuesta del pantano. Pues también la pasamos y llegamos a Castilblanco corriendo como posesos para entrar en tiempo y, si era posible, mejorar el tiempo de la semana anterior. 
Llegar al avituallamiento de Castilblanco y escuchar las voces y palmas de los Pretorianos animándote en general, y la sonrisa de Juani en particular, orgullosa de lo que estábamos haciendo y lo bien que íbamos.... eso no se puede cambiar por nada. Así que nos dieron muchos ánimos y seguimos buscando la trialera para volver a Guillena. Nuevo control a la salida de Castilblanco, donde había más Pretorianos, como Luis de Juan, que también animaban y nos empujaban a llegar a Guillena. Por el camino Pajares con su moto haciendo chanzas y admirado de cómo había vuelto a los senderos Abe después de sus dos años de lesión.
Íbamos tan contentos que ya íbamos cantando y contando chistes, animando la cola del pelotón, y haciendo reir a los voluntarios en bici que alucinaban de ver a unos cuantos locos que después de tantas horas eran capaces de seguir con tan buen ánimo. Yo también estaba alucinada, porque nunca había aguantado tanto y tan bien. En las 7 playas había también kilómetros, pero no había cuestas. Esto era tela de duro, pero lo llevaba bien.
Cuando llegamos al avituallamiento de los botijos nueva sorpresa. Dos ángeles pretorianos, Andrés y Rafa Iza nos ofrecieron cerveza fresquita que nos dieron alas (ríete del Red Bull, lo mejor Cruzcampo helada). Fue genial. Y ya estábamos muy cerca de Guillena. Pero áun nos esperaban más sorpresas.
Cuando estábamos a punto de entrar en el polígono de nuevo nos salen al encuentro Andrés y Rafa Iza para acompañarnos en la entrada a Guillena. Eso me dió nuevas fuerzas y nos pusimos a correr. Rafa Iza estaba sorprendido de que yo tuviera aún energías para correr pero así nos plantamos en el vado del río y ya se oía la música del polideportivo. Así que de nuevo a correr hasta el poli.


Los globos los ví en las fotos. En ese momento ni me dí cuenta de que había globos. Sólo era consciente de que lo habíamos hecho y que habíamos terminado estupendamente. Pero las sorpresas para mí aún no habían terminado. 
Cuando llegué al podium, mi Carpe me estaba esperando para entregarme mi trofeo. Le abracé como si me fuese a caer pero es que estaba muy emocionada porque él me había visto llegar en las 7 playas y aquí, y en ambas carreras me iba a entregar mi  recompensa. Pero también había visto lo que había disfrutado y que, a pesar del sufrimiento, la sonrisa no me había abandonado, ni el buen rollito.



Ha sido una pasada. Estaba flotando encantada de la vida y creo que las fotos reflejan lo feliz que estaba. Sabía que el 50% de mi éxito estaba en mi compañero. Abe había superado su dolor de la rodilla a base de ibuprofeno y reflex y había conseguido llegar a meta y acompañarme en toda la prueba. Yo había tirado de él. Yo!!!! Yo nunca había ayudado a terminar una prueba a nadie antes. Todo lo contrario. Era a mí a quien siempre había que ayudar. Así que.... era todo fantástico.

Y no puedo terminar esta entrada sin nombrar a dos ángeles. Óscar Pajares ya me acompañó con su moto en las 7 playas y de nuevo me había acompañado en la Turdetania. Y Jose Luis Martín, er presi de los Pretorianos, que tiene la virtud de decir las palabras correctas en el momento oportuno. Luego él no es consciente de lo que ha dicho ni de la repercusión que puedan tener sus palabras, pero me animó el sábado antes de la prueba, me aconsejó antes de tomar la salida, y me dio la enhorabuena al llegar a meta. Y todo lo que dijo me supo a gloria, pero queda entre él (que ya no se acordará) y yo, que abrí este blog para ir reflejando mi evolución.

































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