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domingo, 7 de julio de 2013

MARASEVI 2013

¿Qué se puede contar de una maratón que no se haya dicho antes ya? Para mí era algo inalcanzable. Una distancia insuperable. Y por asfalto ni te cuento. Mejor no pensar en ello. 
Pero una mañana de entreno, alguien comenta que van a dar 6 horas para la Maratón de Sevilla.... y yo pensé... ¿y si me da tiempo de hacerlo en 6 horas? 



Y me lío la manta a la cabeza y a buscar compañero de fatigas, porque estas cosas si las haces acompañada como que duelen menos no?
Y encuentro escolta que a mí el coco, a partir del kilómetro 30, suele empezar a mandarme señales de retirada y si me acompañan como que me cuesta menos no echarle cuenta a las señales dichosas.
Y entre unas cosas y otras.... me veo recogiendo el dorsal y otra vez con los nervios jejejejeje que esto se está volviendo ya una costumbre peligrosa.

Y la recogida de dorsal se convierte en reunión de amigos Pretorianos y visita al estadio en el que espero entrar en unas horas, ay madre, po diooooo


Y vengan nervios y dormir poco (e ir mucho al baño, que tó hay que reconocerlo). Y para la salida, hecha un flan, con todos los miedos del mundo, recordando imágenes horribles de la maratón, de corredores desfallecidos, de llegadas a meta llenas de sufrimiento y de vídeos del día después encarando unos escalones de ná con más miedo que un cochino en el día de San Martín.

Y en la salida la foto de los Pretorianos, que asustan con las corazas puestas tela, pero que tela!!!!
Fotito con mi Sandra, que es una máquina, y que empezó estupendamente aunque las piernas le pasaron algo de factura y se fue quedando atrás, pero entró casi conmigo y terminó con la misma sonrisa que yo llevaba puesta, porque esta Sandra tiene una fortaleza que ya la quisieran muchas personas.




Y veo a la veterana, ese peaso de mujé que corre de una manera particular pero que llega donde quiere y a una velocidad que te deja atrás en un plis plas.

Y salimos y empezamos a correr y van pasando los carteles de los kilómetros y mi compañero de batallas me recuerda que los primeros kilómetros miden igual que los últimos, que no se me olvide. 


Y llego al kilómetro 14 y me digo yo.... uffff y podré seguir? Pero mi compañero me recuerda que esa es la distancia máxima de entreno que había hecho pero que había corrido la media de la Puebla, así que sigo p'alante.
Y llego al kilómetro 21 y vuelvo a pensar ... podré seguir? Pero mi compañero me recuerda que he corrido la Turdetania y con cuestas tela de duras, así que habrá que buscar el campo del Betis y la Palmera no? Pues p'alante.
Buscando La Palmera mi amigo Gatoto se convierte en nuestro angelito de la guarda y nos sale al encuentro en bici y nos busca frutos secos para que recuperemos porque lo de ir en el batallón de cola tiene una pega.... somos el mejor control de calidad de los avituallamientos: si queda cuando llegamos, está bien organizado, si no queda... aichhhh qué lástima, y en la marasevi no quedaba.... lo último que habíamos tomado era un trozo de plátano a medias por la Gran Plaza y punto pelota. Así que los cacahuetes nos supieron a gloria. Y llegamos al campo del Betis y .... qué larga es la Avenida de la Palmera, 



y mira que lo había oido pero no lo padecí hasta que mis zapas se la corrieron entera para entrar en el parque. Y ya estaba en el Parque de María Luisa y no me lo creía porque seguía corriendo. 



Estaba muy ambientado el parque con familias disfrutando de la vegetación, los bancos, los kioscos y en parte de la carrera aunque echaban poca cuenta ya. 










Pero corrimos por el parque y pasamos por la Plaza de España y al salir del parque rechazamos el coche basura que ya iba cargadito. Y Abe me decía... mira, ésos van a quedar por detrás suya. Yo no podía creer que yo siguiera corriendo y que la gente se fuese retirando y que yo no estuviese en el grupo de retirada.


Y seguimos corriendo, buscando ya la Avenida de la Constitución y la catedral. Yo me había hecho allí una foto el día anterior para poder comparar si veía otra mía durante la carrera y mira tú por dónde iba a poder tener las dos y seguía sin creérmelo, estaba corriendo la maratón de Sevilla y seguía disfrutando. Igual andaba yo mala de la cabeza jejejejejeje.


Y seguía y seguía: centro, Alameda y para el Alamillo. Ahí ya las plantas de los pies de Abe empezaron a protestar pero alternábamos andar y correr mientras le aguantasen. Hasta que ya protestaron demasiado y seguíamos andando pero mirando de reojo el crono para comprobar que seguíamos en tiempo y muy contentos. Y mira que se te hace largo el Alamillo, hasta que ves el estadio y te aproximas. 

Los Pretorianos ya estaban en el aparcamiento disponiendo las cosas para la post-maratón y me salió al encuentro Isra para ofrecerme el elixir de los dioses, vasito de cervecita fresquita p'al cuerpo, y directa al túnel de entrada. Allí me chilló mi Carmen po diooooo y Abe me dió permiso para que soltara una lagrimita que llevaba pujando con ellas desde que entramos en el Alamillo.
Estaba terminando mi primera maratón. Y me acordé de las carreras populares, de las lesiones en la rodilla, de los meses de muletas sin poder subir las escaleras, de los comentarios negativos a mi vuelta al deporte, de las críticas por intentar participar en una maratón, pero también me acordé del apoyo recibido por los que entrenaban conmigo, de los mensajes en mi móvil durante mis entrenos (gracias al Endomondo lirondo), de los ánimos durante la carrera, de los Pretorianos que me acompañaron a ratitos (Scheilor, Pepe el del carrito, Plum), de Sandra (que me decía que si ella podía, yo también) y del que estaba corriendo al lado mía (que le dolía tó y ahí estaba er tío, diciendo que entrábamos antes del tiempo que habíamos previsto,  para variar). 

Y entré en el estadio. Y escuché las voces de los Jartibles que estaban esperando al Ciclón, otro peaso de persona, y que me animaron, y ví la meta y ví a una voluntaria esperándome para darme mi medalla y dejé de ver y de sentir y de padecer.

Y ahora puedo decir que he corrido la maratón de Sevilla. Y si puedo, correré la del 2013 para comparar sensaciones.
Pero siempre querré terminar como terminé ésta: con ganas de más. Cuando termine sin ganas de más querrá decir que habrá que cortar un poco porque no quiero saturarme, sino seguir disfrutando y siendo feliz de hacer lo que hago.






































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